lunes, 8 de diciembre de 2008

El eterno retorno

Llevo varios años ya, en los quehaceres relacionados con la educación/enseñanza, y, debe ser un problema personal, pero cuando vienen las evaluaciones me pongo de mala leche. No piense el que lee que esta acritud en el carácter nace de tener que "trabajar" más horas, o de tener que hacer un balance pormenorizado de las bondades y/o maldades de mis alumnos. Eso no me inquieta.

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Mi cabreo se inicia ya cuando es necesario temporalizar las sesiones de  evaluación, asignar tiempos creo, ya es un primer error manifiesto y de él parte la desigual atención que prestamos a los que tuvieron la suerte de apellidarse Álvarez, frente a los que su abuelo paterno se apellidaba Zamoro, y como herencia de aquel pobre abuelo pasan al final de nuestras listas.

Mi inquina sigue creciendo cuando se acaba discutiendo de cosas banales y son pocas las soluciones que se plasman y acometen. Tal vez no las haya, o tal vez si.

Y ya por último exploto, en silencio eso si que para eso tiene uno la licenciatura, cuando hago balance de estas tareas evaluatorias y en el haber solo queda una ristre de notas numéricas que pretenden ser el juicio que permitirán salvar, o no, las almas de nuestros alumnos.

Espero que este año las cosas mejoren, y que conste que estas letras no nacen del catastrofismo, sino de la crítica espero constructiva de un sistema de evaluación que pese a que las leyes han intentado cambiarlo, se sigue haciendo, en un elevado número de casos,  como cuando nos evaluaban a nosotros.
Crédito de la imagen: http://www.flickr.com/photos/57068770@N00/135514843

8 comentarios:

  1. ¿Qué porcentaje de profesores en una sesión de evaluación se ha leído la correspondiente "orden de evaluación" que rige el sistema educativo? (no te digo nada de leerse la LOE o el currículo, etc.). Tampoco los verás rellenar los papeles que corresponden a las adaptaciones. Eso sí, quejarse y llorar, a tope.

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  2. Las sesiones de evaluación, tal y como se hacen habitualmente, son absolutamente inútiles. En Andalucía metemos previamente las calificaciones numéricas en el Séneca (programa informático de la Consejería), y, cuando nos reunimos sólo se cuenta lo mal o lo bien que va cada alumno y poco más.

    A veces, y eso es indignante, se airean asuntos de los alumnos que debieran ser secretos o se entra en cotilleos sin sentido.

    Aunque te hayas leído todas las normas, no se te ocurra cambiar la forma de hacer las cosas: te verán como un marciano. Si uno se entretiene preguntando sobre las dificultades que tiene un alumno, te agobian diciendo que "vamos muy lentos y quedan todavía tres grupos...". Es difícil hacer las cosas bien pero, para hacer las cosas como ahora, es preferible suprimirlas y acabar con la farsa.

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  3. Entre los tres habéis hecho un retrato bastante fiel de la realidad de las evaluaciones. Es triste que las sesiones de evaluación acaben siendo una letanía de calificaciones encorsetadas en una letra o un número que poco significan educativamente hablando.

    Me gustan los "adynata" o lo que es lo mismo, jugar al mundo al revés, por eso me pregunto cómo sería una reunión de alumnos para evaluar a los profes.

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  4. Lo triste es de que acuerdo a nuestras evaluaciones, ningún gran científico hubiera llegado a la universidad...
    Los potenciales no se miden en las evaluaciones..
    Saludos!

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  5. Percibo un Clima enrarecido,preocupante, en las sesiones de evaluación. En la última sesión de evaluación un docente expuso que se negaba a que un alumno siguiera entrando en su clase y proponía que desde primera a última hora permaneciera en un sitio apartado (custodiado por otros profesionales: no docentes). Esta propuesta fue acogida con interés por algunos, e incluso añadieron algunos posibles alumnos que podían beneficiarse de este medida espelucnante de atención a la diversidad.

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  6. Me hubiese gustado que hubiese un comentario que argumentase en alguna otra linea, pero tristemente, todos, en mayor o menor grado, nos ponemos un poco de mal genio ante estas situaciones.
    Antonio: Ya leí tu ultimo post y creo que abundas bien en esta historia.
    Javko, Gustablog y Peocupado: Seguiremos luchando por que esto mejore.
    Lu: Acuérdate de aquella canción, ..."erase una vez un lobito bueno...", apuesto por tu "adynata".

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  7. Hola Martín:
    No entendí bien cuando te refieres a "asignar tiempos".
    En cuanto a tener la mala suerte de apedillarse Zamoro o Zapata ¡De acuerdo!Es así que suele administrarse mal el tiempo concedido - y tal vez haya sido a ese tiempo el de tu referencia - traduciéndose en mayor caudal de paciencia para los primeros y poca tolerancia para los últimos...En este caso, la solución está en nuestra conducta: proponernos las mismas pautas para todos los alumnos.
    Tal vez un sistema de coloquio sea más efectivo. Pero en nuestras escuelas, sigue implementándose el estricto orden alfabético para los exámenes orales.
    ¿Y qué me cuentas de la rigidez del "oral y escrito" en el mismo día, para algunas asignaturas?. Cuando el escrito te exige una atención muy cuidadosa para la corrección (si es que nuestros exámenes no son sólo conceptuales)estamos apremiados por el tiempo para evaluar lo oral.
    Sien embargo, hay otros modos menos tradicionales que podemos implementar para las evaluaciones...¿No hablamos - acaso - de evaluación en proceso? ¿no trabajoamos con proyectos específicos que debieran servirnos de evaluación? ¿No incorporamos las RIC para construir el conocimiento?
    Creo que tenemos otros modos menos encasillados para establecer criterios de evaluación... Muchas veces, depende de lo que se permita en la escuela y de lo que uno pueda negociar con sus autoridades y hasta con los propios alumnos.

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  8. Cuando hablo de asignar tiempos...es, por ejemplo, 45 minutos por evaluación, por grupo. Me gusta la idea del coloquio, pero creo que en algunos casos sería peor, para los alumno.
    En fin Laura, que gracias por tus aportaciones desde ese lado del Atlántico.

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