Muchos, tristemente muchos padres, llegan a los centros educativos y tras alguna charla, señalan:
Esta es una frase, más o menos acertada, que muchos de los padres/madres de los alumnos nos acaban lanzando. A veces como arma arrojadiza, otras, las más en los casos que yo percibo, como grito de socorro al notar que el barco, en el que va su hijo/a, se hunde en las procelosas aguas del Fracaso Escolar.-Dígame usted que hago yo con él/ella.
Difíciles los tiempos que se avecinan para estos crios, para sus profesores, y como no, también para sus padres. Sin material escolar, acabará habiendo problemas de disciplina. Es la lógica sucesión de acontecimientos. El niño no trabaja, se aburre, molesta. Todo el mecanismo de castigos/charlas, jefaturas de estudio, etc...se pone en marcha, y pocas son las veces que estos "ungüentos" curan la herida de la desmotivación y el desencuentro.
Lo fácil es echar culpas. Resolver el problema de desmotivación del alumnado hacia los aprendizajes y el esfuerzo personal es tarea de todos. Desde el profesor que insiste en "impartir" conocimientos como en el siglo XVIII, hasta el padre que felicita a su hijo que "solo" le quedaron tres materias pendientes, regalándole el último modelo de "superconsolas", de estas de los jueguecitos.
Pues eso, que de nuevo me sorprendo, y a veces, solo en algunas ocasiones, me atrapa la sensación de que el tiempo no ha pasado y poco cambiaron las cosas.